Las combinaciones de un "hubiera"


Hazme mucho caso, cariño mío, pues éstas líneas son para ti.

No puedo, no debo darte nada más que mi corazón conjugado en subjuntivo, las infinitas versiones de mí, sobre las que resbalo y que nunca seré. ¡Cómo quisiera hacerme pequeñito y meterme hasta tu sangre, para descubrir las vidas que tienes hacia adentro y olvidar el significado de mi nombre; envuelto en mi apacible soledad como un feto, haciendo un viaje a ningún lugar...!

Eres mi encrucijada en el laberinto, la cara de la moneda que caerá sobre mi palma, y sobre ti quiero abrirme el pecho como si acomodara el pan dulce sobre la mesa.

No hay más, soy la palabra que mandó callar la reticencia, y para asomarme en tu fondo necesito mi cabeza y serenidad. Sobre tus manos estoy, y te voy a dar para siempre mis labios (aunque no quiera), y mis versos y mis santos, las ocho líneas de mis manos, mi espalda cansada y mis ilusiones de niño, mi fortaleza. Para que hagas con ello lo que quieras, de todas formas me iré de aquí, soy un viajero, un astronauta pensando en estrellas, y me he estado marchando desde el primer día. Adiós, cariño mío, en una de esas infinitas versiones quizá vivamos juntos para siempre.

(Las estrellas son sólo lugares como éste, pero apartados. Lejos de aquí, en un universo paralelo, personas que jamás conoceré derramarán el verso a nuestro nombre, diciendo que somos sus estrellas.)

Reconstrucción

Para hablarle a mi sombra necesito palabras sencillas, un pesar sobre los huesos y un lirio.

Me dueles. Dulcemente, con tu inocencia, aquella que te consumí. Cuando las luces del cielo se caían de su racimo yo te vaciaba la boca, ¿lo recuerdas? Ya no más. Apenas y hay memorias vacilando sobre la lengua.

Dejé un ramo de humanos sobre la tumba donde enterré tu lirio. Diez, veinte, cincuenta mujeres que te portaban tras los ojos, con mi sacrilegio y tu sacrificio. Lo siento amor mío, pero verás, yo no soy una buena persona. Soy un monstruo, entre estas ropas y a todas horas, adelgazándome como las líneas que escribo, quedándome sin tinta en el pecho, secándome.


Soy una persona sin versos, una historia sin palabras ni dibujos, y en estas noches de sombras infinitas, me urge un puñado de palabras sencillas para contarles nuestros cuentos. Cuentos en los que te repites para pesarme quinientas veces sobre los huesos.

Lo siento, mejor córtame el cuello. Tírame a la basura, hazme a un rincón y repíteme, vuelve a empezarme y dime que te quiero.