Habló el tercero

Caí en tus manos suavemente, igual que al deshacerme en el reloj de arena. Y sentí que nadie nunca quiso nada más.


¿Has visto el umbral paralelo, el túnel que conduce a la habitación de tu sueño? Andas por ahí siempre distraída, te he visto cuando mis ojos, sin mí, te buscan. Eres y apenas un detalle mínimo, imperceptible, como un contorno irregular del techo buscando ser grande.



Lo siento, soy esa promesa que reside entre el anillo y el dedo anular. No soy tus manos siempre, sólo a veces, cuando sientes. También fui esas doscientas mil luces de Navidad. Estoy aquí, soy tu piel, mírame, estoy vivo. Soy tu sed que no termina, tu fuga de notas cuando te entregas a tu cuerpo. Soy tu pensamiento en la oscuridad.

Suéltame, desátame. A diario muero en silencios, amordazado, en personas que nadie recordará. Y en los panteones sólo tengo alcatraces y recuerdos. Así que acércate, tómalo, vacíalo de labio a labio. No quieran salvarse, están atados entre sí y yo soy como la cuerda: Los dos son totalmente míos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario