Muñeca

Muñeca, deja de verme con esos ojos tristes. Por favor, trata de entender lo que sucede entre nosotras; déjame hablar esta vez, y decirte todo aquello que alguna vez pensé que supondrías.


Mira linda, tú sabes cómo te quise. Sabes que las tardes eran eternas cuando te sostenía en mis brazos, y que entre nosotras dos nada podía salir mal, jamás. También sé la forma en que tú me amaste, y que tu vida no reanudaba mientras yo no estuviera ahí, para ti. Sé, sabemos todo ello como sabemos nuestra piel, y por eso duele lo que debo decirte, muñeca, pero no puedo continuar haciéndote más daño. Quiero enmendar el amor que hubo entre nosotras, para poderlo recordar el resto de mi vida, magnífico, imperecedero. Inmaculado. Para terminar de plasmar tu tatuaje en mi memoria, fresco para siempre.


Un día, sin darme cuenta, te empecé a querer un poco menos. No sé cuándo, ni por qué. Quizá fueron los amigos que comencé a hacer, quizá dejé de encontrar algo en ti, quizá fue simplemente que cambié como todo el mundo cambia... pero no puedes culparme del todo, así son las relaciones a esta edad... efímeras. Hermosa, lo nuestro no podía durar para siempre, al menos no como lo hubiéramos querido en un principio.


En fin, algo pasaba que nos tuvimos que separar, inconscientes de ello. Nos dejamos de ver un par de días, empezamos a hablar con menos frecuencia, empecé a hacer mis cosas por aparte. Cada vez te volvías más indiferente a mi mirada, muñeca, cada vez me observabas con más... vidrio. Ésa es la palabra. Se te metió el vidrio a la mirada. A mí se me metió la edad. De alguna manera, me siento vieja. Un poco exhausta.


De verdad me siento mal al tener que pronunciar estas palabras, porque probablemente no me vuelvas a hablar después de esto. Pero necesito que entiendas que no te dejé de amar realmente, muñeca. Solamente el amor que tú esperabas a diario mudó por uno distinto. Nunca quise... desgastarte... usarte sin tregua de la forma en que te usé para después hacerte a un lado, pero ya el tiempo me hacía crecer. Ya no soy una niña. Ya dejé la primaria en el pasado, ya no me desagradan los chicos como en esa edad. Ya casi no juego como solía hacerlo, por favor entiende, Muñeca, que esto es algo que tenía que suceder. A veces me gustaría volver el tiempo, y jugar contigo todo el día, pero no puedo empujar al tiempo al revés.

Por favor entiende que siempre te voy a querer...


¿Muñeca? ¿No me vas a responder?



(En el estante tan olvidado, la muñeca ya no ha vuelto a hablar. Sólo mira fijamente, con vidrio en esa mirada antaño radiante).

No hay comentarios:

Publicar un comentario