Al menos antes te sobrevivía el aroma a perfume. Pero ya no.
Ya no invade la casa como al comienzo de tu ausencia.
Al menos antes las cosas guardaban algo de ti;
quizá tu calor, o tu tacto. Pero ya no.
Te olvidaron de la forma en que el vidrio olvida al vapor que lo nubla.
Al menos antes pensábamos más en ti.
Recuerdo el día en que moriste; comíamos quesadillas en Coyoacán,
y al ver el mensaje mamá sólo guardó silencio y le dijo a su Sidral,
A Conchita le gustaba este refresco, e hizo nectar de ojos,
agua salada, como la tristeza. Lágrimas.
Pero ya no. Te quedaste detrás, en el tiempo,
maravillada dentro de tu propia estatua.
Ensimismada, sumergida en dulce de algodón,
como un feto.
(Hacer de tripas, corazón; y de corazón, ensueño).
Al menos, claro está, hasta que huele a nardos,
y las cosas gritan tu nombre,
y el vidrio se nubla y se escuchan uñas gentiles sobre el cristal.
Es día dieciocho, y hoy has muerto de nuevo, un poco más.
Jacarandas
Ojalá que llueva, ojalá que caigan de esas gotas gordas, de las que mojan más.
(Sí, lo dije bien, hay agua que empapa más que las demás).
Ojalá y sea de noche, y me tomen a mitad de la desierta avenida.
Que enjuaguen las preocupaciones que cargo en la mente.
Que laven mi cuerpo como antaño lavaron a los padres de mis padres,
los que cargaban mi semilla milenios atrás.
Ojalá y sólo haya jacarandas alrededor. Ojalá y me inviten a jugar.
El hombre, antes, no era hombre. Era un árbol demasiado inquieto.
Era una gota, deseosa de eclosionar.
Era todo y siempre en exceso.
No cupo en ningún lado, así que se salió de sí.
Pero hoy ya no quiero, hoy quiero ser una jacaranda más.
Riégame, lluvia, con tus mejores gotas.
Regresa las raíces a mis pies, invierte la evolución de mi cabello,
devuélveme las flores y la dura corteza.
Dame los brazos que antes deseché, quiero ser un vegetal de nuevo.
Inmovilízame para siempre, quítame los ojos,
tapa todos mis agujeros y reusa mis venas.
Antes me bastaba saber que el sol salía a las seis,
el viento a las ya casi y la lluvia al veinte para el atrás.
No quiero saber nada que antes no supiera.
Quiero olvidar mi nombre, mi rostro
y la factura del gas.
Árbol eres y en árbol te convertirás.
(Sí, lo dije bien, hay agua que empapa más que las demás).
Ojalá y sea de noche, y me tomen a mitad de la desierta avenida.
Que enjuaguen las preocupaciones que cargo en la mente.
Que laven mi cuerpo como antaño lavaron a los padres de mis padres,
los que cargaban mi semilla milenios atrás.
Ojalá y sólo haya jacarandas alrededor. Ojalá y me inviten a jugar.
El hombre, antes, no era hombre. Era un árbol demasiado inquieto.
Era una gota, deseosa de eclosionar.
Era todo y siempre en exceso.
No cupo en ningún lado, así que se salió de sí.
Pero hoy ya no quiero, hoy quiero ser una jacaranda más.
Riégame, lluvia, con tus mejores gotas.
Regresa las raíces a mis pies, invierte la evolución de mi cabello,
devuélveme las flores y la dura corteza.
Dame los brazos que antes deseché, quiero ser un vegetal de nuevo.
Inmovilízame para siempre, quítame los ojos,
tapa todos mis agujeros y reusa mis venas.
Antes me bastaba saber que el sol salía a las seis,
el viento a las ya casi y la lluvia al veinte para el atrás.
No quiero saber nada que antes no supiera.
Quiero olvidar mi nombre, mi rostro
y la factura del gas.
Árbol eres y en árbol te convertirás.
Braille
Leí cada uno de tus poros una y otra vez, toda esa noche. Me ocupé de cada palabra tuya. Secos, húmedos, cálidos o en relieve. Los memoricé sin excepción.
Los hice míos; con los labios y con las yemas de los dedos. Creo que fui ciego esa noche, ¿recuerdas? Pero aún así juraría que vi sonrojar a las paredes alrededor. Alquimia, metafísica, filosofía, literatura, religión. Exquisita compilación; Almanaque. Leí en ti mi propia definición.
(Tienes oraciones más hermosas que el Corán, y en tu espalda me contaste del por qué del amor.)
Los hice míos; con los labios y con las yemas de los dedos. Creo que fui ciego esa noche, ¿recuerdas? Pero aún así juraría que vi sonrojar a las paredes alrededor. Alquimia, metafísica, filosofía, literatura, religión. Exquisita compilación; Almanaque. Leí en ti mi propia definición.
(Tienes oraciones más hermosas que el Corán, y en tu espalda me contaste del por qué del amor.)
Ángel negro
Renunció a su aura dorada a nombre de una causa mucho más alta. Yo no sabía lo que aquello implicaba, hasta que lamió mi mano extendida afuera de una tiendita; ahí fue cuando le reconocí como a un viejo amigo.
Traía los flacos huesos emplayados en pelaje irregular y oscuro, y llevaba mucho tiempo con hambre. Andaba todo el tiempo cabisbajo, y su actitud, a diferencia de los días antiguos, era recesiva y asustada. Nada le quedaba ya de lo que la memoria solía evocar, mas que su mirada llena de sol y su colita hiperactiva, deseosa de tener por quién moverse. El escéptico le despreció con la mirada; Eso a duras penas podría ser un verdadero ángel.
Pero su miseria era tan sólo la condecoración del altruismo más elevado.
Disparó directo al corazón, a quemarropa, con besos que no me dió (besos de ángel). Me dejé seguir varias cuadras, hasta llegar a casa. Le obsequié mi compañía para que comiera con calma. Después de eso le dije lo que les digo a todos los de su raza, Que Dios te bendiga todos los días de tu vida. Y desterré de mi boca una despedida que no podía obligar a pernoctar.
¿Esperabas alas y haces de luz? A veces son más... simples, los ángeles. Carne, huesos, pulgas. Al menos eso y excesos de amor; el ejército del Cielo de frente a las fauces de la grande y cruel ciudad.
Traía los flacos huesos emplayados en pelaje irregular y oscuro, y llevaba mucho tiempo con hambre. Andaba todo el tiempo cabisbajo, y su actitud, a diferencia de los días antiguos, era recesiva y asustada. Nada le quedaba ya de lo que la memoria solía evocar, mas que su mirada llena de sol y su colita hiperactiva, deseosa de tener por quién moverse. El escéptico le despreció con la mirada; Eso a duras penas podría ser un verdadero ángel.
Pero su miseria era tan sólo la condecoración del altruismo más elevado.
Disparó directo al corazón, a quemarropa, con besos que no me dió (besos de ángel). Me dejé seguir varias cuadras, hasta llegar a casa. Le obsequié mi compañía para que comiera con calma. Después de eso le dije lo que les digo a todos los de su raza, Que Dios te bendiga todos los días de tu vida. Y desterré de mi boca una despedida que no podía obligar a pernoctar.
¿Esperabas alas y haces de luz? A veces son más... simples, los ángeles. Carne, huesos, pulgas. Al menos eso y excesos de amor; el ejército del Cielo de frente a las fauces de la grande y cruel ciudad.
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