Se cuenta que, en aquellos tiempos antiguos, Primavera paseaba por el mundo. Se dice que tras cada una de sus pisadas salían flores siempre distintas, y que tras el eco de su risa se originó el canto de los pájaros. Las piedras que tocaba se convertían en animales de carne y hueso. Su euforia era la lluvia sobre el campo, y cuando soñaba por las noches, las luciérnagas cubrían el mundo con pequeñas luces de miles de colores; acompañadas por las sinfonías (en ese entonces inmensas y complejas) de los saltamontes. Frondosos eran sus árboles, y altas sus cascadas, y verdes sus praderas. Todo el tiempo, durante largas eras, sin que nada pereciera jamás.
En esos tiempos en que la tierra era aún joven y sonreía alegre, porque aún no llegaban los hombres. Aquellos tiempos en que la Creación no se había olvidado de Dios Primero.
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En algún momento de esos tiempos lejanos, Primavera llegó al mar; al cúmulo de agua que ahora es casi infinito, y que el Dios Mar había hecho en busca de Vida. Primavera jamás le había visto, porque en ese entonces no tenía el tamaño que ahora tiene.
Dios Primero, sabiendo siempre la forma en que se ha de ordenar todo, le sopló su aliento sobre el rostro. Y ella entendió, en tan sólo un instante, su verdadero origen. Su existencia era consecuencia directa de la muerte de Vida, y de la tristeza de Mar. Agobiada por ese pensamiento, Primavera dejó de esparcir flores al caminar, y la lluvia de su euforia cesó por mucho tiempo. Se retiró a un lugar lejano y vacío, que en ese entonces se llamaba Desierto. Y se secó. Bajo sus pies permaneció siempre la arena que cubría al mundo desde el primer dia, porque nunca le importó hacer pasto de nuevo, ni arroyos, ni altas cascadas. Rara vez hizo animales, puesto que casi no encontró piedras, y a las pocas plantas que hizo les colocó las espinas de su corazón, en señal de la desdicha que sentía por existir, y por el dolor de Vida y Mar.
En su hora más oscura creó, con la última piedra del lugar, una semilla a semejanza de ella, en la cual vertió sus mejores atributos y sus peores lamentos. Llamó a esta semilla Hombre, y la ocultó en el fondo del Desierto, como quien encierra sus secretos en el fondo del alma. De esta manera, y olvidando quién era (puesto que se había vertido por completo en la semilla), se dió a vagar por el mundo que hace tanto había abandonado. Y jamás regresó al Desierto (lo que se ve en ese lugar en el presente es lo mismo que ella vió antes de marcharse).
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Retornó para encontrar el mundo envuelto en frío. Ahora alguien más se paseaba por la tierra, alguien que había encontrado a los árboles con hojas muertas, a los pastos amarillos y a las criaturas hambrientas. Su nombre era Invierno. Como nada sabía él de las cosas de Primavera, decidió esparcir su frío aliento para cubrir el pasto con su piel blanca, solidificar las aguas y poner a dormir a los animales, en lo que pensaba qué hacer con todo ello.
Una mirada les bastó, entre el hielo, para enamorarse. En su ignorancia (puesto que ninguno de los dos sabía ya nada) se amaron con la intensidad de dos soles al entrar en colisión.
A Primavera se le encendió de nuevo la piel, y las flores le estallaron por todos los poros, y el agua se precipitó río abajo una vez más, y los animales despertaron súbitamente, recobrados de su letargo. En su explosión de amor, cubrió a la tierra de pasto verde una vez más. Pero Invierno no lo resistió, se derritió como la nieve en el deshielo.
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Pasó un buen tiempo antes de que entendieran su ciclo eterno. Cada año, Primavera deja de regar lluvias y cantos, y las cosas se entristecen y se secan. Con la muerte de las cosas, renace Invierno para salvar lo que aún subsiste, para cubrirle en frío y hielo, y para mirarse a los ojos después. Largos días permanecen juntos, hasta que deciden amarse de la manera más intensa posible, cada equinoccio de Primavera. En el torbellino de sus cuerpos sedientos, Invierno no puede evitar derretirse por el imparable estremecimiento de Primavera. Queda ella sola, un buen rato, admirando el pasto tibio y las luciérnagas de colores. Hasta que decide repetir el círculo, una vez más...
Esta buenerrimo amigo!!!!!!....perdon pero no me habia metido a escribir otra vez...osea que mereventare todas tus obras de Diciembre ajjaj
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