Sol y Luna

Muy lejano permanece ahora el día en el que Mar creó el regalo de Vida, su amante. Se sabe que, vertiéndose de su mente como un pensamiento demasiado grande, el mundo comenzó a formarse a la mitad del vacío, al principio del tiempo.


Sucedió en algún momento que el pensamiento de Mar, majestuoso pero insuficiente para la creación entera, parecía diluirse entre las maravillas de la tierra, por ser éstas tan variadas y numerosas, y por tanto tuvo que hacer uso de otros elementos para terminar su regalo. En señal de que su amor fuese visible en el mundo entero, introdujo un puño en el pecho y extrajo su palpitante corazón. Acto seguido, le aventó a los cielos, para que éste se paseara majestuosamente por encima de todo. Vida, para sorpresa de Mar, le imitó en su acto de amor eterno, y ambas esferas llameantes paseaban juntas por toda la cortina celeste. Sin separarse ni dejar de arder (arder uno por el otro) jamás. Iluminando intensamente todo lo que era con su cariño.



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Llegó entonces el día, ya relatado muchas veces, en que Dios Uno sacrificó y escondió a Vida para poblar la tierra seca y vacía. Testigos de ésto fueron los dos corazones incandescentes, puesto que ellos ocupaban, desde ese entonces, el lugar más alto del mundo. Ambos conocieron de primera mano los planes de Dios Primero, y saben ambos del lugar donde Vida yace latente. Pero ninguno de ellos ha podido comunicar su testimonio a Mar, al día de hoy.


El corazón de Vida cayó en un profundo trance, perdió su lumbre poco a poco y comenzó a flotar a la deriva, aguardando desde ese triste día su momento de resurrección. Es lo que hoy el hombre conoce como Luna, y del eco de su aletargado amor se inventaron los poemas.


El corazón de Mar solamente ardió con más fuerza, con más ira, mientras se dirigía a su amo a toda velocidad. Pero Mar ya llevaba un buen rato cavando y llorando en las entrañas de la tierra, así que su corazón cayó en picada al fondo del océano, creyendo éste que podría resistir al agua lo suficiente para encontrarle. Se arrastró trabajosamente hacia afuera, derrotado al instante por el mar, y esperó largas horas para recuperar su fortaleza. En cuanto recuperó su fiereza insoportable, su calor infinito, se impulsó de nuevo hasta el límite del cielo, para revisar el sitio donde Vida yace escondida hasta nuestros días. En cuanto llega al cenit le localiza, y cae de nuevo al Mar para intentar avisarle a su dueño. Pero cada día vuelve a ser derrotado por la tristeza de esas lágrimas sin fin, y aguarda paciente su recuperación, para intentar todo de nuevo, mientras observa al corazón de su amada vagar a deshoras a lo largo del mundo. Al corazón de Mar el hombre le bautizó como Sol.

1 comentario:

  1. que buenas historias creas amigo en verdad!!!!!io ia stoy iniciando la que te platique....

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