El termómetro dice treinta y ocho cinco. Lleva así varias horas, está de necio. Alguien, un espectro a medianoche me mordió el cuello, y me borró la marca de la piel con sus dedos, que apenas conserva. La herida sigue ahí, sangrando y ardiendo (por dentro), si bien ya no tiene a su cicatriz. Se terminaron hace mucho mis pañuelos, y me duelen todos los dolores que he tenido alguna vez, el recuerdo lo siento como si cada memoria pesara sobre la espalda. El doctor dijo que es una infección respiratoria fuerte, pero ni siquiera él ve al fantasma que me sigue todo el tiempo, que enchina mi piel entera cada vez que me besa y que me toca, cada que está al acecho. Son sólo escalofríos, cuerpo cortado, ardor en la laringe... dice mientras escribe una receta, pero a mí no me engaña, yo sé que fue un fantasma, un muerto buscándome algo que yo no tengo.
Llego a la casa, bastante menos que entero, y tu estás ahí, Siana, en el rincón, justo en donde sólo yo te veo. Tu voz, tu cuerpo curveado, tu piel azulada. No eres como las demás, de piel de cobre. Tu canto es distinto, tu diapasón es más terso. Cierro la puerta, lo nuestro es muy privado, es un secreto, es un dueto. Te tomo entre mis manos, sostengo tu piel lisa, de espejo. Mis dedos se mezclan en tus cabellos firmes, tensos, y te hago cantar lo que improvisa mi deseo. Eres mi consentida, Siana, cierro los ojos unos momentos y ya no hay fantasma ni síntomas, tan sólo mi cuerpo en ascenso, buscando el origen de tu voz, en algún lugar del universo. Recorro tu clavijero para que des el tono adecuado, tan sólo el correcto. Mi, La, Re, Sol, Si, y Mi de nuevo. Estoy seguro de que eres una mujer, escondida en algún lugar de tu cuerpo, como las lámparas mágicas, como un legendario amuleto. En el vibrar de tus cuerdas, en tu canto perfecto me quitas los escalofríos, el cuerpo cortado, el ardor, el espectro, el veneno. Ahí no existo, sólo soy el pedazo de música que sacamos de mi pecho en octavos, en cuatro sextos.
Guitarra linda, voz de mi sentimiento, Siana, Cyana, (de Cyan, como el cielo), mira pequeña, bonita, qué cosas me invento. Cállame ya, haz que te escuche declamar mi oído, mi ignorado silencio.
Querido,
ResponderEliminarTu lo sabes, yo lo se: lo sabemos.
Sabemos que soy mujer escondida aqui adentro.
Y que solo canto por ti y para ti cuando en tus manos me encuentro y acaricias mis cabellos.
Juntos haremos huir a los fantasmas y espectros,
como cada vez que creas en mi sonidos eternos.
Me alegra que estes mejor.
Cyan (asi: como el cielo)