Déjame tocarte ahorita...
Déjame tocarte ahorita, hoy que aún estás caliente. Déjame verte a los ojos cuando aún tengan brillo. Porque sé que un día te me vas a morir; y voy a querer darte flores, pero no las vas a poder oler.
Para mi muerte
Para mi muerte:
No me incineres. Me gusta la carne al carbón, pero no tanto.
Entiérrame en la cima de un cerro, y que nadie me mueva de ahí. Háganlo propiedad federal, patrimonio de la humanidad, pongan ahí a los pandas (si es que para entonces no se han extinto), yo qué sé. No quiero terminar debajo de un centro comercial, ni una carretera; mucho menos una fosa común, lejos de ti. El chiste es que no me muevan, nunca me ha gustado mudarme.
Déjame unos cigarros, ahora sí ya no hay pretextos. Ahí es cuando realmente cobrará sentido la frase: "te vas a quedar sin pulmones".
Quiero todos mis discos viejos, y un estéreo, y una extensión: Música clásica para las tardes lluviosas, y rock del bueno en los días que el cielo esté de buenas. Para las noches quiero canciones suaves, algo acústico.
Dame varios kilos de cuadernos en blanco y muchas plumas. Si me exhuman a los doscientos años de mi muerte verán que habré escrito cosas hermosas. De eso estoy muy seguro, en cuanto enterramos a los muertos se les quita lo tieso, dejan de fingir y empiezan a chismear con el vecino de al lado; "Hola, ¿Cómo te llamas?" o "Carajo, estoy muerto". Se empiezan a alisar el traje para principios de Noviembre.
Lléname la caja al tope con semillas. Con mi cuerpo germinarán, y sobre mi pasto saldrán flores, mis ojos nuevos, mi periscopio con vista a la ciudad. Hazlo, y te juro por lo más lindo que por ahí te estaré mirando cuando me lleves besos, cuando me vayas a cantar.
Y por favor, no olvides ponerme la alarma a tiempo, para despertar el día de la Resurrección.
No me incineres. Me gusta la carne al carbón, pero no tanto.
Entiérrame en la cima de un cerro, y que nadie me mueva de ahí. Háganlo propiedad federal, patrimonio de la humanidad, pongan ahí a los pandas (si es que para entonces no se han extinto), yo qué sé. No quiero terminar debajo de un centro comercial, ni una carretera; mucho menos una fosa común, lejos de ti. El chiste es que no me muevan, nunca me ha gustado mudarme.
Déjame unos cigarros, ahora sí ya no hay pretextos. Ahí es cuando realmente cobrará sentido la frase: "te vas a quedar sin pulmones".
Quiero todos mis discos viejos, y un estéreo, y una extensión: Música clásica para las tardes lluviosas, y rock del bueno en los días que el cielo esté de buenas. Para las noches quiero canciones suaves, algo acústico.
Dame varios kilos de cuadernos en blanco y muchas plumas. Si me exhuman a los doscientos años de mi muerte verán que habré escrito cosas hermosas. De eso estoy muy seguro, en cuanto enterramos a los muertos se les quita lo tieso, dejan de fingir y empiezan a chismear con el vecino de al lado; "Hola, ¿Cómo te llamas?" o "Carajo, estoy muerto". Se empiezan a alisar el traje para principios de Noviembre.
Lléname la caja al tope con semillas. Con mi cuerpo germinarán, y sobre mi pasto saldrán flores, mis ojos nuevos, mi periscopio con vista a la ciudad. Hazlo, y te juro por lo más lindo que por ahí te estaré mirando cuando me lleves besos, cuando me vayas a cantar.
Y por favor, no olvides ponerme la alarma a tiempo, para despertar el día de la Resurrección.
De mí para ti
Sabía que llegaría... algún día...
no esperé que fuera tan frío... cómodo, pero irremediablemente frío...
mi féretro al centro... la capilla vacía... obvio, no han llegado todavía...
Me prepararon cuatro sujetos... baño interno, de etiqueta y maquillado... bien arreglado...
Caras tristes... llantos prestos... comentarios obscenos...
Pasos, gestos, poses, murmullos y silencios... todos a un solo tiempo....
Mi última aparición en sociedad... vaya, quién lo diría
El gran regalo de vida... es que mañana, también será tu día
no esperé que fuera tan frío... cómodo, pero irremediablemente frío...
mi féretro al centro... la capilla vacía... obvio, no han llegado todavía...
Me prepararon cuatro sujetos... baño interno, de etiqueta y maquillado... bien arreglado...
Caras tristes... llantos prestos... comentarios obscenos...
Pasos, gestos, poses, murmullos y silencios... todos a un solo tiempo....
Mi última aparición en sociedad... vaya, quién lo diría
El gran regalo de vida... es que mañana, también será tu día
El Espejo
La misma rutina de todos los días: despertó a la hora acostumbrada, ni un minuto de más, y abandonó de inmediato la cama; se desnudó totalmente y estiró los brazos hacia arriba jalando toda su columna vertebral y realizó tres flexiones hacia abajo, hasta llegar a tocar la punta de los dedos de sus pies. Recorrió la distancia que separa su habitación de la ducha. Como siempre, tomó el baño con agua fría, "tonifica los músculos y fuerza la circulación sanguínea" se repetía como de costumbre. El mismo jabón de antaño que al contacto con el agua desprendió su conocido perfume; al terminar, friccionó fuertemente la toalla contra su cuerpo para eliminar el exceso de agua que lo cubría, hasta provocar esa conocida sensación de irritación en la piel que llena de incomodidad: "esto me hace sentir vivo" se repitió nuevamente. Se presentó frente al conocido espejo que adornaba la recamara principal en la vieja casona de la abuela, y quién a su vez había heredado de la suya. Se afeitó de la misma manera como su padre, 20 años atrás, le enseño: primero el cuello, de derecha a izquierda, de arriba a abajo y de abajo hacia arriba, "hay que descañonarla totalmente" recordaba; después la cara, primero el lado derecho, luego el izquierdo... "elimina todo el bigote, que queden perfectamente delineados los labios y libres de todo vello que pueda limitar su exquesitez" exclamó sonriendo como siempre. Se peinó como todos los días, tratando de delinear sobre su cabeza una línea recta, impecable; ah! exclamó al no conseguirlo en el primer intento y salpicó de agua el espejo frente a el: "no es posible, que torpe soy" dijo molesto en voz alta, al mismo tiempo que estiraba el brazo derecho para limpiar el espejo del exceso de agua impregnado.
De pronto, ¡sucedió!... al tocar el espejo, este se transformo y tomó una consistencia mercurocromática, provocando que la estructura molecular de su mano tomara la misma consistencia; intentó retirarla, pero esta ya estaba combinada con el espejo, fundiendose en un solo elemento. La sorpresa lo paralizó... inútilmente trató de retirarse; la terrible sensación de sentirse absorbido por el espejo le hizo recordar de inmediato las imágenes generadas en su mente, cuando escuchaba los relatos de cazadores amigos de su abuelo contar con lujo de detalle como una leona cazaba a su presa, y su imaginación empató con el de las víctimas leoníles... se sintió devorado... "¿Que sucede?... ¿Que es esto?" preguntó con una expresión en el rostro desencajado que se reflejaba plácida y alegremente en el espejo. Con la mano izquierda se aferró al marco de la puerta. Sus músculos se tensaron. En segundos, los cuales debido al terror generado por la experiencia supusieron una eternidad, fue incorporado en su totalidad, primero el antebrazo, seguido del brazo; al acercarse la cabeza, giró la cara para evitar el contacto primario y retrasar por lo menos unos instantes la asfixia a la que sería sometído... penetró completamente... la cabeza, el torso, la cintura... poco a pocola fuerza generada por la succión del espejo fue tal, que lo obligó a soltar el marco al cual estaba sujeto. El silencio cubrió la habitación; había desaparecido.
El ruido de unos pasos retumbaron a lo largo de la casona, y el polvo acumulado sobre los viejos pisos de madera se elevó graciosamente, haciendo diminutos remolinos tímidamente iluminados por la luz filtrada a través de los amplios ventanales cubiertos por los pesados y dehilachados cortinajes.
-Ha estado deshabitada por 15 años, contestó a la pregunta el corredor de bienes raices; nadie sabe que fue de su dueño, un día simplemente desapareció.
Al girar la cabeza, lo descubrió... el fascinante y delicioso reflejo de su imagen en el espejo la atrapó... no lo supo, nunca lo entendió, pero su imagen lo acabó...
En el interior del espejo, mezclado con los vivos reflejos de sus antepasados, con quienes compartía estóica estadía detenida en el tiempo y el espacio reducido, en el cual de manera cotidiana sus reflejos inertes acentuaban con pesar y tristeza lo rutinario de su existencia, se descubrió ejecutando movimientos vertiginosos para crear el maravilloso y desbordante colorido reflejo en movimiento que se presentaba frente a el; la recorrió libidinosamente, haciendo acrecentar el deseo su inquietante, exquisita y frágil figura. Sin detenerse un solo instante, recreando esa magnífica nueva imagen admirada, revivió la olvidada sensación de ligeros pinchazos en el bajo vientre provocados durante el preámbulo al encuentro carnal, emulando las sensaciones de su vida pasada, en donde la satisfacción que le daba la posesión de un cuerpo ajeno, vibrante y cálido, compartiendo el ser, desgastandose inútilmente al tratar de ocupar físicamente el mismo espacio que la pareja, le provocaba esa tan ansiada sensación de desprendimiento de su ser, "nuevamente la muerte chiquita" se repetía lleno de excitación...
Se fué... así de pronto... salió de la habitación... abruptamente detuvo ese vertiginoso girar de su cuerpo saciado de sensaciones...la imagen en el espejo volvió a ser la misma de siempre... el mismo inerte reflejo... la misma rutina de todos los días... tal y como a el le gustaba...
La Prueba
Æ! æ æ æ æ… mmmmmh!… aah!... aah! se rompió el silencio e inundó la habitación con su sonido...su cuerpo se estremeció en incontrolables movimientos involuntarios que la sacudieron en todo lo largo...su piel, perlada con finísimas gotas de sudor y erizada en su totalidad, reflejaba como diminutas estrellas la tenue luz amarillenta de la lampara de noche posada en la mesita contígua, a un costado de la cama... los dedos de sus manos se contrajeron fuertemente en la blanca sábana que cubría su lecho... su respiración, agitada, entrecortada, acorde a los contínuos y repetidos movimientos involuntarios de su cuerpo, al mismo tiempo que sus ojos entrecerrados con la mirada extraviada, sin fondo, enmarcaban con toda precisión la escena...
Æ! æ æ æ æ, mmmmh!…aah!...mmh!…mmh!…mmh!… retumbó nuevamente y el eco en la habitación contestó casi simultáneamente, como queriendo perpetuar la experiencia vivida y un nuevo y fuerte aah! escapó de sus labios. Su cuerpo se contrajo fuertemente, y de manera brusca se relajó, dejando escapar desde lo más profundo de sus pulmones el aire contenido en ellos... el tiempo pareció detenerse...el silencio, anteriormente roto por los gemidos característicos, reinó... el aire dejó de moverse...
Sus bellos ojos azules mostraban la mirada fija, extraviada, extasiada, posada suavemente sobre la pared contígua a la mesa de noche, que junto con su lámpara, fueron los testigos...
El único vestigio, el mudo testimonio de la maravillosa experiencia quedo ahí, sin vida, inerte, esperando guardar para siempre, de manera inmaculada, los secretos de su vida...
Æ! æ æ æ æ, mmmmh!…aah!...mmh!…mmh!…mmh!… retumbó nuevamente y el eco en la habitación contestó casi simultáneamente, como queriendo perpetuar la experiencia vivida y un nuevo y fuerte aah! escapó de sus labios. Su cuerpo se contrajo fuertemente, y de manera brusca se relajó, dejando escapar desde lo más profundo de sus pulmones el aire contenido en ellos... el tiempo pareció detenerse...el silencio, anteriormente roto por los gemidos característicos, reinó... el aire dejó de moverse...
Sus bellos ojos azules mostraban la mirada fija, extraviada, extasiada, posada suavemente sobre la pared contígua a la mesa de noche, que junto con su lámpara, fueron los testigos...
El único vestigio, el mudo testimonio de la maravillosa experiencia quedo ahí, sin vida, inerte, esperando guardar para siempre, de manera inmaculada, los secretos de su vida...
La Cita
... Como siempre, puntual a la cita... el lugar, el mismo... la hora, como siempre, distinta... pero esta vez , un entorno magnifico enmarca en plenitud la belleza del momento: por el lado izquierdo, el ocaso, con esas maravillosas tonalidades gris, naranja, rojo y violeta característicos... por el lado derecho, lo negro de la oscuridad nocturna, complice de enumerables encuentros desbordantes de pasión, de encierro, de goce... y en el centro, esa mezcla de luz y sombra, que sugiere ese andar entre lo cotidiano y lo prohibido, coronado por Venus, indiscutiblemente, iluminando el momento...
Su voz suena con la misma calidez con que la recuerdo, aunque la percibo insinuante... excitante... y hasta cierto punto, dominante... demandante...
Me fascinan esas ondulaciones brillantes, casi platinadas con las que juega el viento, y a las que hace girar, flotar y volar, enmarcando y coronando su belleza, su arrogancia, lo profundo de su ser, que desde que conozco, reclama mi presencia.
¿Cuantas veces hemos estado juntos? Innumerables... y siempre compartiendo alegría, risas... compartiendo todo, desde el tiempo hasta el cuerpo... que por cierto jamás se cansa de estrechar, de acariciar, de tocar, de lamer...
Me fascina ver como acerca sus brazos hacia mi, como intenta aprisionarme y no soltarme, como expresa su deseo infinito de poseerme, como grita reclamando mi presencia y como se exalta ante mi resistencia... sé que le encanto... me desea tanto... y yo, ¡como la disfruto!... me enloquece que me toque lentamente... poco a poco, palmo a palmo, provocando esa sensación de calosfrío que hace que se me erecten los vellos de toda la superficie de mi cuerpo... me desquicia el reencuentro... redescubrirla cada vez, es una experiencia única, maravillosa... finalmente, estar dentro de ella es simplemente... indescriptible... es un deleite, es... indescifrable; su vaiven su cadencia... hasta puedo afirmar que es vigoroza... es tan estimulante, es tan relajante, el encuentro es tan mágicamente nutritivo, que la sensación pasajera de tranquilidad que deja en mi, me incita a estar nuevamente en ella, tratando de recorrer todos sus secretos... jamás podré olvidar el sabor de su intimidad... ese sabor tan individual, tan característico, tan cotidiano, tan fugaz...
...En la playa, la bandera roja de peligro no había sido cambiada durante los últimos cuatro días... el mar estaba picado, "embravecido" dicen los lugareños, y la marea... alta...
No entendemos que pasó, aseguró la camarera... estaba de pie, observando al mar... de pronto la ola salto hacia el y lo abrazó, lo rodeo de una manera tal, hasta podría decir... sensual, como si quisiera poseerlo... lo rodeo... lo envolvió... y desapareció
Su voz suena con la misma calidez con que la recuerdo, aunque la percibo insinuante... excitante... y hasta cierto punto, dominante... demandante...
Me fascinan esas ondulaciones brillantes, casi platinadas con las que juega el viento, y a las que hace girar, flotar y volar, enmarcando y coronando su belleza, su arrogancia, lo profundo de su ser, que desde que conozco, reclama mi presencia.
¿Cuantas veces hemos estado juntos? Innumerables... y siempre compartiendo alegría, risas... compartiendo todo, desde el tiempo hasta el cuerpo... que por cierto jamás se cansa de estrechar, de acariciar, de tocar, de lamer...
Me fascina ver como acerca sus brazos hacia mi, como intenta aprisionarme y no soltarme, como expresa su deseo infinito de poseerme, como grita reclamando mi presencia y como se exalta ante mi resistencia... sé que le encanto... me desea tanto... y yo, ¡como la disfruto!... me enloquece que me toque lentamente... poco a poco, palmo a palmo, provocando esa sensación de calosfrío que hace que se me erecten los vellos de toda la superficie de mi cuerpo... me desquicia el reencuentro... redescubrirla cada vez, es una experiencia única, maravillosa... finalmente, estar dentro de ella es simplemente... indescriptible... es un deleite, es... indescifrable; su vaiven su cadencia... hasta puedo afirmar que es vigoroza... es tan estimulante, es tan relajante, el encuentro es tan mágicamente nutritivo, que la sensación pasajera de tranquilidad que deja en mi, me incita a estar nuevamente en ella, tratando de recorrer todos sus secretos... jamás podré olvidar el sabor de su intimidad... ese sabor tan individual, tan característico, tan cotidiano, tan fugaz...
...En la playa, la bandera roja de peligro no había sido cambiada durante los últimos cuatro días... el mar estaba picado, "embravecido" dicen los lugareños, y la marea... alta...
No entendemos que pasó, aseguró la camarera... estaba de pie, observando al mar... de pronto la ola salto hacia el y lo abrazó, lo rodeo de una manera tal, hasta podría decir... sensual, como si quisiera poseerlo... lo rodeo... lo envolvió... y desapareció
Un nuevo miembro del blog
Hola lectores!! Les quiero presentar a un nuevo miembro de este blog; entre los dos estaremos publicando nuestros escritos en esta página, para su deleite. Ya no tienen pretexto para no dedicarle un buen rato de su día a este sitio; que, a su poco tiempo de existir, empieza a sumar grandes talentos. Bueno, ya sin más choro burocrático, directo al grano:
¡Démosle un fuerte aplauso a Roberto González!
Mi papá.
(Sonido de aplausos y flashes de colores).
¡Démosle un fuerte aplauso a Roberto González!
Mi papá.
(Sonido de aplausos y flashes de colores).
El sueño del fin del mundo
(Relato de un sueño real)
La humanidad entera se agrupaba a orillas del mar, esperando el fin del mundo. El mar era oscurísimo, con olas demasiado grandes, pegando en piedras de obsidiana, entre nubes opacas de tormenta. No había arena blanca, ni luz de sol. Solamente el mar implacable y la humanidad, sobre las rocas negras.
Corrí entre la gente, buscando caras conocidas entre la muchedumbre; pero no encontré a nadie. La gente permanecía quieta. Cada veintena de metros había una persona que se subía en una piedra alta y le hablaba a los demás, como una especie de líder. Hablaban de la bondad del término de los tiempos, de la armonía con la naturaleza, y de cantarle al mar.
Me detuve, sin aliento, resignado a esperar el fin del mundo solo. La líder frente a mí (una señora de edad avanzada y cabellos blancos) habló de recibir el fin en nuestra forma más pura, y para ello debíamos desnudarnos. Y la humanidad entera nos quitamos las ropas, y sentimos que todo iría bien.
De repente, algo dormido se movió en nuestra alma, y todos supimos de inmediato que era la última hora. Los líderes gritaron, dando indicaciones, en el temblor del mundo, y docenas de maquinarias enormes flotaron en dirección al mar. Eran estadios voladores, tazones inmensos repletos de gente, flotando a varios metros del piso, con grandes turbinas y luces de color azul eléctrico en su parte exterior. Estructuras de metal oscuro, llenas de gente cantando, en dirección al mar.
Todos cantábamos una canción hermosa, una canción que teníamos escondida. Era increíble escuchar el canto de la humanidad. Pero las olas gritaron, y crecieron cada vez más. Las nubes se agitaron y empezaron a caer rayos. Las olas abrieron abismos, y los estadios se voltearon y cayeron en la oscuridad; y fue terrible escuchar el grito de pueblos enteros. El mar comenzó a tragarse a todos, pero no a mí. Yo siempre estuve en las rocas, con el resto de la gente, y el caos se apoderó de todos; por el mar que nos tragaba uno a uno. Entonces di la vuelta, corrí unos pasos y me encontré en mi antigua escuela.
Los muros estaban derruidos y coarteados; los vidrios rotos. El edificio se veía quinientos años más viejo de lo que en realidad era. El viento sonaba como las turbinas de un avión. Todo seguía oscuro.
Pero nada de esto fue lo que llamó mi atención. Porque ahí, en el pasillo, entre las escaleras y los salones, se encontraba mi madre. Joven, feliz, incluso radiante. Con sus zapatillas puestas, y con su viejo tutú.
-Siempre amé bailar. Como ya es el fin del mundo, me gustaría terminarme bailando.-
Contemplé la escena por un segundo, estupefacto. Luego la tomé del brazo y comencé a correr. Le dije -¡Ven!- Entramos de prisa a un salón, y a los pocos metros ya estábamos entre las plantas, la maleza. En medio de una selva. Y corrimos entre hojas grandes y gruesas, en medio de la noche más oscura del mundo. Quizá corrimos toda la vida, la noche no terminaba y las plantas se amontonaban alrededor; verde oscuro y negro. No se veía un camino, ni más allá de un metro. Sólo habían hojas en un bosque asfixiante.
Terminaron las plantas, y nos abrimos paso a un claro lleno de luz, con tierra castaña, y los dos árboles del Edén en medio. Una voz, mi pensamiento, mi corazón retumbando en estruendo me dijo todo lo que debía saber.
Fuimos los únicos sobrevivientes del fin del mundo. Ahora era nuestro trabajo comenzar una tierra nueva. Recomenzar a la humanidad.
Como alguna vez hicieron Adán y Eva.
-Necesito escribir- dije -Necesito apuntar todo lo que sé, todo lo que recuerde. La humanidad entera que conocí no puede quedar en el olvido. Necesito escribir todo lo que pueda.-
En ese momento, desperté.
La humanidad entera se agrupaba a orillas del mar, esperando el fin del mundo. El mar era oscurísimo, con olas demasiado grandes, pegando en piedras de obsidiana, entre nubes opacas de tormenta. No había arena blanca, ni luz de sol. Solamente el mar implacable y la humanidad, sobre las rocas negras.
Corrí entre la gente, buscando caras conocidas entre la muchedumbre; pero no encontré a nadie. La gente permanecía quieta. Cada veintena de metros había una persona que se subía en una piedra alta y le hablaba a los demás, como una especie de líder. Hablaban de la bondad del término de los tiempos, de la armonía con la naturaleza, y de cantarle al mar.
Me detuve, sin aliento, resignado a esperar el fin del mundo solo. La líder frente a mí (una señora de edad avanzada y cabellos blancos) habló de recibir el fin en nuestra forma más pura, y para ello debíamos desnudarnos. Y la humanidad entera nos quitamos las ropas, y sentimos que todo iría bien.
De repente, algo dormido se movió en nuestra alma, y todos supimos de inmediato que era la última hora. Los líderes gritaron, dando indicaciones, en el temblor del mundo, y docenas de maquinarias enormes flotaron en dirección al mar. Eran estadios voladores, tazones inmensos repletos de gente, flotando a varios metros del piso, con grandes turbinas y luces de color azul eléctrico en su parte exterior. Estructuras de metal oscuro, llenas de gente cantando, en dirección al mar.
Todos cantábamos una canción hermosa, una canción que teníamos escondida. Era increíble escuchar el canto de la humanidad. Pero las olas gritaron, y crecieron cada vez más. Las nubes se agitaron y empezaron a caer rayos. Las olas abrieron abismos, y los estadios se voltearon y cayeron en la oscuridad; y fue terrible escuchar el grito de pueblos enteros. El mar comenzó a tragarse a todos, pero no a mí. Yo siempre estuve en las rocas, con el resto de la gente, y el caos se apoderó de todos; por el mar que nos tragaba uno a uno. Entonces di la vuelta, corrí unos pasos y me encontré en mi antigua escuela.
Los muros estaban derruidos y coarteados; los vidrios rotos. El edificio se veía quinientos años más viejo de lo que en realidad era. El viento sonaba como las turbinas de un avión. Todo seguía oscuro.
Pero nada de esto fue lo que llamó mi atención. Porque ahí, en el pasillo, entre las escaleras y los salones, se encontraba mi madre. Joven, feliz, incluso radiante. Con sus zapatillas puestas, y con su viejo tutú.
-Siempre amé bailar. Como ya es el fin del mundo, me gustaría terminarme bailando.-
Contemplé la escena por un segundo, estupefacto. Luego la tomé del brazo y comencé a correr. Le dije -¡Ven!- Entramos de prisa a un salón, y a los pocos metros ya estábamos entre las plantas, la maleza. En medio de una selva. Y corrimos entre hojas grandes y gruesas, en medio de la noche más oscura del mundo. Quizá corrimos toda la vida, la noche no terminaba y las plantas se amontonaban alrededor; verde oscuro y negro. No se veía un camino, ni más allá de un metro. Sólo habían hojas en un bosque asfixiante.
Terminaron las plantas, y nos abrimos paso a un claro lleno de luz, con tierra castaña, y los dos árboles del Edén en medio. Una voz, mi pensamiento, mi corazón retumbando en estruendo me dijo todo lo que debía saber.
Fuimos los únicos sobrevivientes del fin del mundo. Ahora era nuestro trabajo comenzar una tierra nueva. Recomenzar a la humanidad.
Como alguna vez hicieron Adán y Eva.
-Necesito escribir- dije -Necesito apuntar todo lo que sé, todo lo que recuerde. La humanidad entera que conocí no puede quedar en el olvido. Necesito escribir todo lo que pueda.-
En ese momento, desperté.
Silencio
Hoy te quise escribir algo bonito.
(Pero, como verás, no pude. Llegó mi silencio; me tapó la boca, me amarró las manos y jugó un rato, a llenar la página de espacios en blanco).
(Pero, como verás, no pude. Llegó mi silencio; me tapó la boca, me amarró las manos y jugó un rato, a llenar la página de espacios en blanco).
Hay algo distinto...
Hay algo distinto cuando nos amamos a oscuras, con las luces apagadas, porque entonces puedo cerrar los ojos y sentir con más claridad que nuestros cuerpos, en realidad, no existen. Sólo estamos tú y yo, en algún lugar de un sueño agradable de Dios, compartiéndonos, regalándonos mutuamente el alma. (Con cada beso que me das, me pasas mariposas al fondo de la garganta. De lo más espléndido).
Perdona si aún no puedo escribir bien, pero mi corazón ha estado latiendo demasiado desde que le prestaste tu nombre.
Perdona si aún no puedo escribir bien, pero mi corazón ha estado latiendo demasiado desde que le prestaste tu nombre.
Después de tantos años...
Después de tantos años,
yo seguiría dando
mi corazón con gusto.
Pero ya es inútil,
ahora que tanto tiempo ha pasado.
Hoy, los que quedamos,
llevamos (en silencio) el luto.
Hoy es trece de Agosto
de mil quinientos treinta y tantos.
Lo siento, pero nunca
me aprendí el verdadero calendario,
el de antes de los hombres
al otro lado del mundo.
La vida era como un sueño grato,
era un estupor profundo.
La vida era mejor que cualquier cosa
que nos hubieran dado.
A veces, cada plenilunio,
o cuando el sol estaba en lo alto,
de entre nosotros escogían a alguno:
El más bello, el más fuerte, el más apto.
Un guerrero azteca innato
para tomar su corazón en un puño
y dejarlo afuera, latiendo, un rato.
Para alimentar al sol moribundo;
para darle vida al aire, al mar y al pasto.
Si yo me hubiera enterado
de la llegada de los intrusos,
me habría abierto el pecho a diario;
a todas horas, del alba al crepúsculo
y a nombre de mi dios esperanzado.
Para que no llegaran los hombres rubios.
Para no ver a mi pueblo conquistado.
yo seguiría dando
mi corazón con gusto.
Pero ya es inútil,
ahora que tanto tiempo ha pasado.
Hoy, los que quedamos,
llevamos (en silencio) el luto.
Hoy es trece de Agosto
de mil quinientos treinta y tantos.
Lo siento, pero nunca
me aprendí el verdadero calendario,
el de antes de los hombres
al otro lado del mundo.
La vida era como un sueño grato,
era un estupor profundo.
La vida era mejor que cualquier cosa
que nos hubieran dado.
A veces, cada plenilunio,
o cuando el sol estaba en lo alto,
de entre nosotros escogían a alguno:
El más bello, el más fuerte, el más apto.
Un guerrero azteca innato
para tomar su corazón en un puño
y dejarlo afuera, latiendo, un rato.
Para alimentar al sol moribundo;
para darle vida al aire, al mar y al pasto.
Si yo me hubiera enterado
de la llegada de los intrusos,
me habría abierto el pecho a diario;
a todas horas, del alba al crepúsculo
y a nombre de mi dios esperanzado.
Para que no llegaran los hombres rubios.
Para no ver a mi pueblo conquistado.
Me senté al borde...
Me senté al borde de la cama
y bebí un sorbo de agua;
agotado, pero sin cansarme,
de tenerte en mis brazos toda la mañana.
Al principio me sabe a dicha,
y no cambia realmente nada:
nos encontramos bajo la piel
toda la necia mañana.
Pero la dicha dura poco,
y mi bebida se amarga.
Adentro de ti algo cede,
muere en ti algo que antes me amaba.
El sabor empeora
hasta la última gota.
Tú ya ves a alguien,
yo ya salgo con otra.
Sobre la misma cama,
con la misma memoria rota.
Y con esta botella
con sabor a Derrota.
y bebí un sorbo de agua;
agotado, pero sin cansarme,
de tenerte en mis brazos toda la mañana.
Al principio me sabe a dicha,
y no cambia realmente nada:
nos encontramos bajo la piel
toda la necia mañana.
Pero la dicha dura poco,
y mi bebida se amarga.
Adentro de ti algo cede,
muere en ti algo que antes me amaba.
El sabor empeora
hasta la última gota.
Tú ya ves a alguien,
yo ya salgo con otra.
Sobre la misma cama,
con la misma memoria rota.
Y con esta botella
con sabor a Derrota.
Me voy hundiendo...
Me voy hundiendo. Me voy vaciando. Cada vez menos, menos, menos. Como el sol en el ocaso, que tiñe de sangre el horizonte. Como un cadáver; en unos días ya no voy a tener ojos, ni pelo, ni este corazón que tanto te ama.
Y tú sólo me ves, sin hacer nada. Como un pájaro muerto, entrando a mis ojos con tu mirada de niña.
Y tú sólo me ves, sin hacer nada. Como un pájaro muerto, entrando a mis ojos con tu mirada de niña.
Esperé el amanecer...
Esperé el amanecer despierto, durante toda la noche. Borrando sombras, cientos de colores aparecieron ante mis ojos: azul, verde, amarillo, rojo y blanco. Y las olas del mar, el sonido del mar, rompiendo suavemente sobre el puerto. Hablándome en lenguas que he olvidado. Y la luz. Los rayos del sol, cálidos ahora, acariciándome.
Ya lo comprobé. Definitivamente, no hay nada más bonito que tú. Ni siquiera este momento.
Ya lo comprobé. Definitivamente, no hay nada más bonito que tú. Ni siquiera este momento.
Intro de "Mis primeros renglones"
Encontré hace poco unos cuadernos viejos. Cuadernos de cuando tenía unos trece o catorce años, llenos de poemas y hojas arrancadas y frases sueltas en las esquinas. Con este nuevo apartado quiero poner, de vez en cuando, las mejores piezas de esos días raros, en los que apenas y se asomaba un poco mi escritor interno. Lo único que les modificaré serán errores ortográficos o cosas así, en esencia van a ser la misma cosa que han sido desde hace tanto...
El amor, cuando muere...
El amor, cuando muere, no se va al cielo.
El amor se te cae,
lo dejas olvidado en el pavimento.
Se te escurre de la piel cuando te bañas.
El amor huye de noche,
a la mitad de un sueño;
el amor se escapa.
Al amor se lo roban
el tiempo y el silencio,
y se lo comen las arañas.
(Con lo que queda de su cuerpo
se tejen una delgada casa).
Al amor lo destierran al otro lado del espejo.
Se vuelve una sombra a rastras
sin memorias y sin dueño,
y cuando llueve se resguarda
adentro de un gatito muerto.
Al amor, cuando muere,
no le queda nada.
No tiene lugar, se larga
a la orilla oscura del universo.
El amor moribundo
grita a los sordos que aún ama.
El amor llora, desconsolado y deshecho.
Por sí solo se desbarata,
se entierra un cuchillo en el pecho.
Al amor lo matas
cuando encuentras un amor nuevo.
Y en muchos lugares acaba,
pero nunca se va al cielo.
El amor se te cae,
lo dejas olvidado en el pavimento.
Se te escurre de la piel cuando te bañas.
El amor huye de noche,
a la mitad de un sueño;
el amor se escapa.
Al amor se lo roban
el tiempo y el silencio,
y se lo comen las arañas.
(Con lo que queda de su cuerpo
se tejen una delgada casa).
Al amor lo destierran al otro lado del espejo.
Se vuelve una sombra a rastras
sin memorias y sin dueño,
y cuando llueve se resguarda
adentro de un gatito muerto.
Al amor, cuando muere,
no le queda nada.
No tiene lugar, se larga
a la orilla oscura del universo.
El amor moribundo
grita a los sordos que aún ama.
El amor llora, desconsolado y deshecho.
Por sí solo se desbarata,
se entierra un cuchillo en el pecho.
Al amor lo matas
cuando encuentras un amor nuevo.
Y en muchos lugares acaba,
pero nunca se va al cielo.
Mar y Vida
El mar no era agua.
No era sustancia.
No era objeto.
No era humano.
Era un Dios.
El Dios Mar, que creó un mundo entero para regalárselo a su amante, Vida; en el tiempo en el que, bajo los pies, se sentía suspirar a la tierra.
Y sucedió que altas le alzó las montañas, y profundos los abismos; y le pintó en la cortina del cielo al Sol y la Luna, y las estrellas eran nuevas, y los días eran tan largos como una vida entera de hombre.
* * * * *
Dios Primero, Dios Uno, Dios Dios lo veía todo; y notando la única carencia de la creación de Mar, decidió posar su mirada en los ojos de Vida. Ésta se enfrió y no se movió más. Dios Primero la ocultó en un lugar secreto de la tierra, y empezaron a brotar árboles y musgos; flores, plantas y aves de colores. Había peces en los arroyos y murmullos en el bosque. El mundo entero se cubrió de la sonrisa de Vida.
* * * * *
Pero para Mar no había dicha. Al conocer lo sucedido, se obstinó por encontrar a Vida; para regresarle su aliento. Para regalarle el mundo que hace tanto le terminó. Para amarla. Al no encontrarla sobre la espalda de la tierra, ni detrás de las estrellas, Mar comenzó a excavar profundamente, desenfrenado; haciendo los agujeros más terribles jamás. Sus lágrimas feroces comenzaron a caer, a formar pequeños charcos, lagos y luego enormes océanos. El tiempo lo ha visto buscándola hasta estos días, en los que ha quedado olvidado.
* * * * *
Pero el Dios Mar es inmortal, y por tanto sigue rompiendo el fondo inútilmente, haciendo túneles y grietas a lo largo del mundo. Siempre ahogado, sin morir, en sus propias lágrimas. Por eso el océano es salado. Busca siempre sin parar, las agita, remueve el agua y crea las olas interminables. (¿Cuánta agua y cuánto tiempo necesita un Dios para llorar?)
Un día Mar encontrará a la Vida, y ya no la compartirá más con nosotros.
Levanta la vista, vigila si se sigue moviendo el mar.
No era sustancia.
No era objeto.
No era humano.
Era un Dios.
El Dios Mar, que creó un mundo entero para regalárselo a su amante, Vida; en el tiempo en el que, bajo los pies, se sentía suspirar a la tierra.
Y sucedió que altas le alzó las montañas, y profundos los abismos; y le pintó en la cortina del cielo al Sol y la Luna, y las estrellas eran nuevas, y los días eran tan largos como una vida entera de hombre.
* * * * *
Dios Primero, Dios Uno, Dios Dios lo veía todo; y notando la única carencia de la creación de Mar, decidió posar su mirada en los ojos de Vida. Ésta se enfrió y no se movió más. Dios Primero la ocultó en un lugar secreto de la tierra, y empezaron a brotar árboles y musgos; flores, plantas y aves de colores. Había peces en los arroyos y murmullos en el bosque. El mundo entero se cubrió de la sonrisa de Vida.
* * * * *
Pero para Mar no había dicha. Al conocer lo sucedido, se obstinó por encontrar a Vida; para regresarle su aliento. Para regalarle el mundo que hace tanto le terminó. Para amarla. Al no encontrarla sobre la espalda de la tierra, ni detrás de las estrellas, Mar comenzó a excavar profundamente, desenfrenado; haciendo los agujeros más terribles jamás. Sus lágrimas feroces comenzaron a caer, a formar pequeños charcos, lagos y luego enormes océanos. El tiempo lo ha visto buscándola hasta estos días, en los que ha quedado olvidado.
* * * * *
Pero el Dios Mar es inmortal, y por tanto sigue rompiendo el fondo inútilmente, haciendo túneles y grietas a lo largo del mundo. Siempre ahogado, sin morir, en sus propias lágrimas. Por eso el océano es salado. Busca siempre sin parar, las agita, remueve el agua y crea las olas interminables. (¿Cuánta agua y cuánto tiempo necesita un Dios para llorar?)
Un día Mar encontrará a la Vida, y ya no la compartirá más con nosotros.
Levanta la vista, vigila si se sigue moviendo el mar.
No es la primera...
No es la primera vez que te veo.
Con la taza de té entre tus manos
y tu sonrisa y tu cabello,
el ruido de la gente (allá afuera)
y mi libro esperándome en silencio.
Tú y yo ya nos conocemos.
Nacimos de la misma risa de Dios,
de su calor, de sus hermosos versos.
Fuimos una rima preciosa en el aire
antes de que inventaran nuestros cuerpos.
Saliste primero tú a la luz del mundo
mientras yo esperaba al borde del tiempo.
Dijimos: "Te veré tal día a tal hora,
mi boca en la taza y tus ojos leyendo.
Yo te diré Hola, y tú me dirás Te quiero."
Y un buen día, en cualquier lugar,
cargando poesía o bebiendo té negro,
en el roce exacto de nuestras miradas,
jugamos otra vez a que nos conocemos.
No estoy muy seguro de si esto es cierto.
Creo que lo he visto; lo recuerdo a veces, cuando sueño.
Con la taza de té entre tus manos
y tu sonrisa y tu cabello,
el ruido de la gente (allá afuera)
y mi libro esperándome en silencio.
Tú y yo ya nos conocemos.
Nacimos de la misma risa de Dios,
de su calor, de sus hermosos versos.
Fuimos una rima preciosa en el aire
antes de que inventaran nuestros cuerpos.
Saliste primero tú a la luz del mundo
mientras yo esperaba al borde del tiempo.
Dijimos: "Te veré tal día a tal hora,
mi boca en la taza y tus ojos leyendo.
Yo te diré Hola, y tú me dirás Te quiero."
Y un buen día, en cualquier lugar,
cargando poesía o bebiendo té negro,
en el roce exacto de nuestras miradas,
jugamos otra vez a que nos conocemos.
No estoy muy seguro de si esto es cierto.
Creo que lo he visto; lo recuerdo a veces, cuando sueño.
Ana
Anita se fue esta mañana. Dicen que fue a ver el mar.
Ese mar bonito, con sol cálido y agua cristalina,
con arena blanca para pisar.
Anita se fue esta mañana. Dicen que ella va a estar bien.
Los días son más largos y las noches tienen más estrellas.
La vida es hermosa si hay olas de mar.
Anita se fue esta mañana. Dicen que aún somos pequeños.
Los niños qué sabremos de las cosas de la vida.
Lo más emocionante era tocar a su puerta y
ver si quería salir. Ver si quería jugar.
Anita se fue esta mañana. Dicen que me extrañará.
¿Cuántos años tendría?
No sabía del amor, no sabía del olvido.
No sabía nada hasta que dijiste adiós.
Anita se fue esta mañana. Dicen que no volverá.
No me atreví a armar mis palabras.
Nunca dije Anita te quiero, Anita no te vayas.
Con el filo del silencio nos partimos en dos.
(Tiré charquitos diminutos para secarlos con el sol).
Anita se fue esta mañana. Dicen que lo olvidaremos.
Pero eso no es verdad. Años enteros han muerto día a día,
pero no me importa lo que la gente diga:
Todas las mañanas siento y vuelvo a sentir
cómo Anita se me va de entre las manos.
Ese mar bonito, con sol cálido y agua cristalina,
con arena blanca para pisar.
Anita se fue esta mañana. Dicen que ella va a estar bien.
Los días son más largos y las noches tienen más estrellas.
La vida es hermosa si hay olas de mar.
Anita se fue esta mañana. Dicen que aún somos pequeños.
Los niños qué sabremos de las cosas de la vida.
Lo más emocionante era tocar a su puerta y
ver si quería salir. Ver si quería jugar.
Anita se fue esta mañana. Dicen que me extrañará.
¿Cuántos años tendría?
No sabía del amor, no sabía del olvido.
No sabía nada hasta que dijiste adiós.
Anita se fue esta mañana. Dicen que no volverá.
No me atreví a armar mis palabras.
Nunca dije Anita te quiero, Anita no te vayas.
Con el filo del silencio nos partimos en dos.
(Tiré charquitos diminutos para secarlos con el sol).
Anita se fue esta mañana. Dicen que lo olvidaremos.
Pero eso no es verdad. Años enteros han muerto día a día,
pero no me importa lo que la gente diga:
Todas las mañanas siento y vuelvo a sentir
cómo Anita se me va de entre las manos.
Me deshago de ti...
Me deshago de ti a cada instante.
Te disuelvo, te desgarro, te extirpo,
pero siempre apareces una vez más.
Es en vano deshacerte;
de entre las sombras renace una nueva tú,
aguardando mi silencio.
Mi ira exhausta por el tiempo.
Cuando ya no estabas, emerges de tus escombros,
glorificada en el palpitar de mis entrañas
que tantas veces te han ahogado.
Te incinero de mis huesos, de mis venas.
Te mato de mi calor que rehúsa dejar de quererte.
Te desangro de mi pensamiento que no entiende
que no me quieras.
Me dueles en cada instante que te olvido
y a cada instante que te renuevas.
Inauguración
Hola bienvenido/a!! Después de estar admirando por un buen rato a varios amigos por sus publicaciones en estas páginas, me he decidido a comenzar una propia. En este caso les intentaré contagiar un par de mis pasiones: la poesía y las historias cortas.
Al menos los primeros días tendrán que disculparme en lo que termino de entender el funcionamiento de la página y experimento un poco con la letra, el diseño, los colores, y demás. Pero, independientemente de todo eso, primero quiero agradecerte por dedicar un ratito de tu día a las ideas de mi cabeza. Gracias!! :)
Y en segundo lugar, quiero decirte que todo lo que aquí aparezca son sólo fragmentos de lo que hoy o en algún momento sentí, quise, odié, pensé y viví. Son como una pequeña parte de mí, un cachito que esta mente imperfecta tira al viento para ver qué sucede, un ser humano como tú que también siente, ama, odia, analiza y se la pasa preguntando exactamente qué hace aquí. En fin, con todo cariño, y para su deleite, declaro oficialmente inaugurado este blog!!
(Sonido de aplausos y flashes de colores).
Al menos los primeros días tendrán que disculparme en lo que termino de entender el funcionamiento de la página y experimento un poco con la letra, el diseño, los colores, y demás. Pero, independientemente de todo eso, primero quiero agradecerte por dedicar un ratito de tu día a las ideas de mi cabeza. Gracias!! :)
Y en segundo lugar, quiero decirte que todo lo que aquí aparezca son sólo fragmentos de lo que hoy o en algún momento sentí, quise, odié, pensé y viví. Son como una pequeña parte de mí, un cachito que esta mente imperfecta tira al viento para ver qué sucede, un ser humano como tú que también siente, ama, odia, analiza y se la pasa preguntando exactamente qué hace aquí. En fin, con todo cariño, y para su deleite, declaro oficialmente inaugurado este blog!!
(Sonido de aplausos y flashes de colores).
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)