Después de tantos años,
yo seguiría dando
mi corazón con gusto.
Pero ya es inútil,
ahora que tanto tiempo ha pasado.
Hoy, los que quedamos,
llevamos (en silencio) el luto.
Hoy es trece de Agosto
de mil quinientos treinta y tantos.
Lo siento, pero nunca
me aprendí el verdadero calendario,
el de antes de los hombres
al otro lado del mundo.
La vida era como un sueño grato,
era un estupor profundo.
La vida era mejor que cualquier cosa
que nos hubieran dado.
A veces, cada plenilunio,
o cuando el sol estaba en lo alto,
de entre nosotros escogían a alguno:
El más bello, el más fuerte, el más apto.
Un guerrero azteca innato
para tomar su corazón en un puño
y dejarlo afuera, latiendo, un rato.
Para alimentar al sol moribundo;
para darle vida al aire, al mar y al pasto.
Si yo me hubiera enterado
de la llegada de los intrusos,
me habría abierto el pecho a diario;
a todas horas, del alba al crepúsculo
y a nombre de mi dios esperanzado.
Para que no llegaran los hombres rubios.
Para no ver a mi pueblo conquistado.
ya eres fuente de mi inspiración...
ResponderEliminarGracias.