Me senté al borde de la cama
y bebí un sorbo de agua;
agotado, pero sin cansarme,
de tenerte en mis brazos toda la mañana.
Al principio me sabe a dicha,
y no cambia realmente nada:
nos encontramos bajo la piel
toda la necia mañana.
Pero la dicha dura poco,
y mi bebida se amarga.
Adentro de ti algo cede,
muere en ti algo que antes me amaba.
El sabor empeora
hasta la última gota.
Tú ya ves a alguien,
yo ya salgo con otra.
Sobre la misma cama,
con la misma memoria rota.
Y con esta botella
con sabor a Derrota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario